Estoy harta de la escritura de viajes

¿No están aburridos de esas cuentas de viajes donde cada paseo trae consigo un momento de iluminación profunda, todo es bello y las frases inspiracionales abundan? La escritura de viajes me tiene bostezando.

Es verdad sí, que viajar puede servir para muchas cosas. 

En mi caso, cambiar de continente se me juntó con una crisis existencial y entre los varios pilares personales que me ayudó a derrumbar está, precisamente, el del viaje. 

La escritura de viajes tradicional no se aleja mucho de la escritura publicitaria o comercial, vendiéndonos el recorrido como una clave hacia la felicidad, la sabiduría y el bienestar total. Pero así como un televisor nuevo y los zapatos más a la moda no te van a resolver la existencia, el andar recorriendo el mundo a destajo y despilfarro, tampoco. 

Sí, viajar intencionalmente efectivamente puede abrirte los ojos a muchas cosas, pero cuando hablo de viajar intencionalmente no me refiero a montarte en un avión e ir dos semanas a saltar entre las grandes capitales de Europa en busca de antiguos monumentos – me refiero a todo aquello que implica movimiento, aunque este sea únicamente de un barrio a otro en tu  misma ciudad. 

Necesitamos ampliar la definición que tenemos de “viaje” y empezar a incluir todo lo que es movimiento. 

¿Por qué no narramos la migración también como un viaje? ¿O los traslados que ocurren dentro de nuestro propio territorio geográfico? 

El paseo de fin de semana a visitar a la abuela también es un viaje. El recorrido que hacen montones de trabajadores desde la periferia de una ciudad hasta las zonas de clase alta cada día es un viaje.  

Ciertamente no tan instagrameables y glamorosos como las vacaciones de Trini por 3 semanas en Bali, pero viaje al fin y al cabo, con las mismas – y me atrevería a decir que incluso más – posibilidades de transformación. Aunque no vengan capcionados por frases inspiracionales. 

A estas alturas, en verdad me interesa mucho más escuchar la historia de migración de una persona de Haití a Chile que cómo le fue al Gonza en sus 20 días surfeando en Indonesia, u otro libro de un ávido explorador gringo que visitó dos países en África y con eso quiso describir un continente entero.

Los escritores de viaje, y me incluyo en ese grupo, pecamos gravemente al pretender conocer un lugar desde nuestras someras experiencias, pues si bien creo que es posible entender ciertos aspectos clave de un lugar y su cultura cuando se hace un real esfuerzo por ello, un recorrido de días no vuelve experto a nadie.

Digamos la verdad, que son una pequeña minoría los gurús de viaje de Instagram cuyo relacionamiento con los locales fue más allá de conversar con la señora que les vendió artesanías o tomarse una cerveza con la recepcionista del hostal.

Propongo ampliar la narrativa.

No solo es aburridísimo leer lo mismo siempre sino que más encima, la narrativa de viajes como la venimos llevando desde sus inicios – cuando los colonos europeos empezaran a narrar sus aventuras por el nuevo mundo – continúa hoy día repitiendo las mismas estructuras.

Viajar es, en sí, un privilegio y viajar de la manera en la que lo retratan la mayoría de las revistas y cuentas de Instagram también llega a ser elitista, por más que sus autores insistan que el salir a darle la vuelta al mundo sólo se trató de trabajar duro para cumplir sus sueños. 

La historia única; los peligros que nos oculta

Estamos compuestxs de historias, el problema es que algunos nos quieren hacer creer que esta es una sola. Leer.

Ya antes escribí un post en el que voy mucho más al fondo de ese tema, explicando que, incluso si te sacaste la mierda trabajando en una oficina o atendiendo mesas por años, el hecho de que hayas usado el dinero ahorrado para ir a encontrarte a ti mismo en otro rincón del mundo sigue siendo un privilegio que la gran mayoría del mundo perdió en la lucha diaria por la sobrevivencia. 

Entonces digo que, o evolucionamos, o nos extinguimos. 

No podemos pretender navegar por el mundo sin hacernos responsables de la manera en la que lo describimos. 

Citando a Bani Amor, escritore que se ha explayado bastante respecto a estos temas, “demasiado a menudo los escritores de viajes mienten cuando escriben como si raza, género y clase fueran conceptos extraños, existentes fuera del alcance de la escritura de viajes, cuando en realidad están localizados en el corazón de ella”. 

Estoy consciente que los puntos que estoy planteando en este post dan para mucho que discutir, pero precisamente por ello los saco a colación, pues mientras más me adentro y me profesionalizo en el tema de la escritura de viajes, más noto los grandes problemas a los que el género se enfrenta y como periodista y escritora no puedo mantenerme al margen de ellos. 

Las incómodas verdades de viajar siendo mujer latina

El color de piel importa casi tanto como el del pasaporte cuando una sale a recorrer el mundo. Leer.

Querámoslo o no, la objetividad no existe. Cada palabra que sale de nuestras bocas o nuestros dedos lleva consigo la carga de nuestras experiencias, nuestras opiniones y maneras de ver al mundo. En el caso de la escritura de viajes, no estamos exentos del pecado universal de priorizar a las perspectivas de los más privilegiados por encima de todas las demás. 

Partamos por lo concreto y empecemos a darle espacio a otras maneras de viajar y otras voces que lo cuentan. En este post dejé una lista de libros de viajes con la cual comenzar a ampliar la perspectiva y a continuación, cito también otras cuentas de viajerxs que intentan llevar su contenido más allá de lo tradicional:

  • Paula, de @howimettravel: No dejo de recomendar la cuenta de Paula desde que la descubrí. Esta viajera no solo nos presta una perspectiva muy poco tradicional del viaje, sino que además se atreve a ir a lugares donde la gran mayoría de las mujeres viajeras no. Su cobertura en torno a Afganistán y lo que fue visitar el país un mes antes de que se lo tomaran los talibanes, es imperdible.
 
 
 
 
 
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  • Juan Pablo Villarino, @acrobatadelcamino: Juan Pablo es otro de esos que viaja por lugares poco tradicionales y además, se adentra mucho en el territorio y su cultura aunque solo esté de visita. Soy fan de sus anotaciones de viaje por África, pero incluso cuando habla de Latinoamérica, lo hace desde un lugar lleno de significado.
 
 
 
 
 
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  • Laura Lazzarino, de @losviajesdenena: A Laura la sigo hace rato e incluso tuve el placer de entrevistarla para este artículo que publiqué en Matador. Otra viajera que se adentra y se aventura, me encanta la serie que está trabajando actualmente sobre grandes mujeres viajeras de la historia.
 
 
 
 
 
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