Terrícola

Hace 40 y tantos años mis abuelxs dejaron Colombia por un nuevo futuro en Venezuela. 

Seguro eran tiempos mejores y valió la pena cada sacrificio, pues ahí se cumplieron sus sueños, crecieron sus hijxs y nacimos sus nietxs; pero la vida da tantas vueltas que 4 décadas después somos varixs lxs que cruzamos fronteras y empezamos vidas nuevas. 

Si me conocen o siguen mis escritos saben que para mí el tema de los orígenes, culturas y fronteras es un revuelto infinito, pues la verdad es que nunca me he sentido de un solo sitio. 

Así, dejé el lugar donde nací, resulté adoptada por otro al que llegué de casualidad y del cual me fui sin darme cuenta, para volver a donde me llamó la sangre. 

Salté océanos, subí montes nevados, nadé en ambas orillas del Atlántico, me perdí en tierras australes y me encontré a mí misma en 4 idiomas distintos.

Aunque hoy estoy cumpliendo el sueño de vivir frente al Caribe, sé que esta no es sino una breve parada en el camino. 

Total que ahora, con tres cédulas en mano, me sigo preguntando ¿Qué son las nacionalidades en todo caso? 

Un invento que no tiene ni 2 siglos, incapaz de resistir a nuestra naturaleza nómada y los abates de un presente de aerolíneas low cost.

Me reconozco latina porque me miro mestiza al espejo; venezolana, porque podría comer arepas con caraotas cada día de mi vida; colombiana, porque se me remueven las ancestras cuando escucho el bullerengue y chilena cuando me emociono hasta las lárgirmas recordando mi sur querido pero, sobre todo, me siento migrante y viajera. 

Puede que me encuentre a gusto sentando base hoy día frente a mi mar favorito, pero sigo ansiosa de salir allá afuera a descubrir pedacitos de mí ocultos en lejanas fronteras. 

Si algo me ha enseñado tanto viaje es que explorar culturas ajenas es como ir buscando piezas del rompecabezas que es unx, descubriendo similitudes y diferencias, llenando huecos y destapando otros hasta entender que la patria es un invento y en verdad, estamos todxs revueltxs. 

Si pudiera elegir una nacionalidad, al final, creo que sólo me identificaría como terrícola. 

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