La Revolución Parte Conmigo

Lo personal es político y el cambio comienza conmigo. 

No es autoayuda, es el tipo de discurso que se necesita el día que te tumba la impotencia. Me refiero al momento en el que lo que está mal es tanto y nos penetra tan profundamente que no sabemos ni por dónde partir a combatirlo. 

Porque sí, puede que para que todo cambie hagan falta grandes gestos, pero detrás de estos hay muchísimos más que son pequeños, pequeñísimos, tanto así que ni se ven, pero si no fuese por ellos, ningún cambio sería realmente posible. 

La revolución no se hace en un día, pero sí parte en un segundo. Con cada acto que hago, cada palabra que digo y cada pequeña cosa que elijo.

En este mundo en que vivimos, la verdadera revolución implica hacerse cargo de uno mismo. Tomar el control y desobedecer, dejar de ser cómplice partícipe de lo que ya sabemos que nos oprime. La revolución de Chile partió un 18 de octubre ¿Y la tuya cuándo?

He aquí un paso a paso para lograrlo: 

Hacer preguntas, sobre todo a ti misme. Leyendo de todo un poco. Informándote e informando. Aprendiendo de todo, en especial de aquello que no terminas de comprender. Encontrándole un sentido a lo que estás haciendo. Hablándote a ti misme como si le hablaras a tu mejor amigue. Tomando tiempo para ti y lo que te importa. Tomando responsabilidad, tanto de tus actos como de tus afectos. Trabajando por ese sueño; tú sabes bien cuál es. Estableciendo sanos límites. Dejando de odiar tu cuerpo. Juzgando menos. Sintiendo más. Siendo quien eres. Reconociendo todo lo que tienes para aportar. 

Riendo. Durmiendo. Disfrutando tu tiempo. Expresándote como sea y como salga. Conversando. Escuchando. Mirando a los ojos. Pensando. Observando. Empatizando. Alzando la voz. Sabiendo cuándo callar. Sabiendo cuándo decir no. Conociendo a tus vecinos. Haciendo vida de barrio. Compartiendo: Tu comida, tu tiempo, tus pasatiempos, tus ideas, tus sueños, tus razones para cambiar el mundo. Apoyando al comercio local, en especial a los pequeños emprendedores. Apoyando el arte, la cultura y todo aquello que te mueva. Siendo más consciente respecto a lo que consumes: ¿De dónde viene? ¿Realmente lo necesitas?

Más bici, menos autos. Cambiando tus hábitos alimenticios. Escribiendo. Dibujando (aunque sean sólo garabatos). Intercambiando conocimiento. Conversando con gente lo más distinta a ti posible. Explorando tu poder creativo. Menos mall, más naturaleza. Evitando desperdiciar: Tu tiempo, tu comida, tu atención. Haciendo más actos desinteresados. Ofreciendo tu ayuda a quien sabes que le podría servir. Menos supermercados, más ferias de barrio. Opinando. Siendo más solidarie. Quejarte menos. Cooperar más. Usando el transporte público. Coquetear sin acosar. Querer sin imponer. Menos envidia, más caricias. 

Contradecirte. Pensar globalmente. Actuar localmente. Tomar decisiones. Permitirte equivocarte. Leer las etiquetas. No tolerar la intolerancia. Respetar la diferencia. Dándote permiso para cambiar de opinión. Pedir perdón. Perdonar. Perdonarte. Imaginando el cambio que deseas. Más abrazos, menos chismes. Más libros, menos tele. Menos pantallas, más paseos a cielo abierto. Dejando de compararte con los demás. Estableciendo tus propias definiciones de éxito y felicidad. Menos celos, más acercamiento. Permitiéndote ser vulnerable. Permitiéndote ser imperfecte. Tomando responsabilidad de tus acciones y sus consecuencias. 

Expresando tus desacuerdos (aunque incomoden). Cuestionando todo aquello que te han dicho que es como tiene que ser. Reconociendo quién eres y lo que has logrado. Reconociendo la revolución que has iniciado hoy y cada vez que tus acciones sean consecuentes con tus pensamientos e ideales. Agradeciendo. Agradeciéndote. 

GRÁFICA:

Todas las maneras en las que puedes empezar una revolución:

Haciendo muchas preguntas, sobre todo a ti misme. 

Conversando. Escuchando. Mirando a los ojos. Empatizando. 

Conociendo al vecino. 

Compartiendo con otres: Tu comida, tu tiempo, tus pasatiempos, tus ideas, tus sueños, tus razones para cambiar el mundo.

Siendo más consciente respecto a lo que consumes: ¿De dónde viene? ¿Realmente lo necesitas?

Más bici, menos autos. Cambiando tus hábitos alimenticios. Intercambiando conocimiento. Conversando con gente lo más distinta a ti posible. Explorando tu poder creativo. 

Dándote permiso para cambiar de opinión. 

Menos mall, más naturaleza. Menos supermercados, más ferias de barrio. Quejarte menos. Cooperar más. Querer sin imponer. 

Más abrazos, menos chismes. Más libros, menos tele. Menos pantallas, más paseos a cielo abierto. Menos envidia, más cariño. 

Expresando tus desacuerdos (aunque incomoden). Cuestionando todo aquello que te han dicho que es como tiene que ser. Reconociendo la revolución que has iniciado hoy y cada vez que tus acciones sean consecuentes con tus pensamientos e ideales. Agradeciendo. Agradeciéndote. 

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