Redescubriendo Mérida

Texto y fotos por: Ma. Virginia Parra.

DESTINO: Ciudad de Mérida y La Musui, Mérida, Venezuela.

PRESUPUESTO: US$25.

DURACIÓN: 3 días.

Para quienes están acostumbrados a pensar en Venezuela como un país tropical de playa, sol y arena, seguramente les sorprenderá la geografía que rodea al estado Mérida y su capital del mismo nombre. Ubicado en plena sierra montañosa de los Andes venezolanos, su clima es como el de una primavera eterna, haciéndolo por tanto uno de los destinos preferidos de los venezolanos. Aunque al momento de planificar mi pasada por Venezuela nunca me planteé redescubrir esta ciudad y sus alrededores, la oportunidad se dio y la tomé, sin saber que se convertiría en una de mis paradas favoritas.

Incluso en los malos ratos de Venezuela, el tiempo en Mérida pareciera estar (casi) detenido. La ciudad capital es definitivamente la más atractiva para los turistas, siendo la única en mi recorrido de un mes por el país en la que me llegué a topar con visitantes extranjeros. Quizás eso se lo debamos a su clima, a su ubicación privilegiada o a que, sigue siendo esta la única ciudad venezolana que mantiene su belleza y limpieza.

Después de un viaje de 7 horas por carretera amanecimos mi grupo y yo en la ciudad de Mérida, yendo a parar en la Posada Casa Sibana, muy cerca del centro y a tan solo un viajecito en micro hasta el Mercado Central de Mérida, desde donde partimos tempranito al primer recorrido exploratorio en el Bosque Pino.

Cualquier bus dirección al Páramo La Culata que tomes en el centro de la ciudad te lleva hasta aquí, le avisas al chófer que te deje a la entrada y te bajas frente a un caminito que va montaña arriba, de ahí la caminata es larga y empinada así que lo mejor es aprovechar que los cerros merideños son de los poquísimos lugares donde es seguro hacer dedo en Venezuela y esperar a que un conductor amable te dé la colita hasta arriba.

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Bosque Pino

Una vez en la entrada empieza la excursión y no te vas a poder creer lo lindo. Así como dice su nombre el bosque está plagado de pinos gigantes que uno esperaría encontrar solo en los extremos del mundo, pero aquí los tienes, verdecitos todo el año y protegidos por limpios rihachuelos y perritos peludos que salen a saludarte y guiarte por el camino. Si quieres pasar la noche en el bosque hay sitios de acampada gratuita y también una recién inaugurada hostería con literas y agua caliente, a la que se accede por la entrada a la Truchicultura Monterrey, alrededor de un kilómetro antes del Bosque, además de un par de posadas que puedes encontrarte en el camino.

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Para seguir con el día bajamos al camino principal y tomamos otro bus que nos llevó hasta La Culata, uno de los Páramos más famosos de la zona. Por mala suerte llegamos con ganas de almorzar y resultó que estaba todo cerrado, pero hay un señor que vende los mejores melocotones y fresas con crema a quien sí pudimos aprovechar. De aquí para arriba sigue el trekking, que recomiendo hacer con tiempo y muchas energías, cosa que a nosotros ya no nos quedaba, así que tocó dar unas vueltitas y echarse en el pasto a descansar para bajar hacia la ciudad, contando que llegamos al Páramo pasadas las 3 de la tarde y aquí a las 6:00pm ya está oscureciendo.

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La Hostería en Bosque Pino tiene literas, agua caliente y un restaurant a pocos metros

Quien me conoce sabe bien que yo no soy de andar comiendo en restaurants y mucho menos cuando ando de viaje, pero ese día nos ganó el hambre y los amigos que me acompañaban, que son más finos que yo, me convencieron y me llevaron a De La Capellanía Café y aunque mis estándares no son altos, hay que decir que este sitio los sobrepasó todos y por US $1,30 me comí la única ensalada que me ha dejado satisfecha en mi vida (soy la peor de las vegetarianas y las ensaladas normalmente me aburren mil), no solo por lo contundente sino también por lo exquisita. El sitio en sí no es barato, pero lo único bueno del control cambiario es que me permitió darme la mejor cena de todo mi viaje. Si están alguna vez por Mérida, por favor, no se lo pierdan.

Dicen por ahí que Mérida es la ciudad más linda de Venezuela y en verdad, tengo que estar de acuerdo.

DÍA 2:

Nos quedamos dormidos así que el día empezó tarde, pasando al Mercado Central a comprar provisiones para irnos a encerrar en una cabaña que alquilamos en La Musui, un pueblito a 2 horas de viaje de la ciudad y al que llegas tomando un bus que no te cuesta más de US$1 desde el terminal de Mérida, en cuyo andén me paré y me prometí volver con más tiempo para montarme en cada uno de los montones de recorridos que de ahí parten hasta tantos otros pueblos escondidos en la cordillera.

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La Musui es un pequeño poblado con olor a leña y rocío y no más de unos cientos de habitantes que viven de sus campos. Allí alquilamos esta sencilla cabaña de 3 habitaciones, 2 baños y capacidad para 8 personas a US$10 la noche, que para nosotros (un grupo de 6) fue el alojamiento perfecto, pero si vas con menos gente también puedes encontrarte con la posada Villa Luna o la más elegantosa y popular Balcones de la Musui (a esta recomiendo llegar solo en auto o bien temprano para ver si consigues hacer dedo, el camino es largo y muy empinado).

Después de una rica noche de descanso tomando navegado frente a la chimenea, me paré bien temprano y logré reunir al único amigo dispuesto a emprender el trekking de hora y media que nos esperaba para ir a conocer las aguas termales, uno de los mejores regalos sorpresa que Venezuela me dio en esta visita.

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Armados con nada más que unas pobres explicaciones y la ilusión de que algo bonito había para ver, partimos en la vía hacia las termas. Ahora, el que visita Venezuela ha de saber que, sin importar qué tan turística sea la zona que visita, el tema de las indicaciones de ruta es sumamente pobre. Eso, junto con los consejos de un amigo que juraba saber cómo llegar a pesar de nunca haber llegado en realidad a las termas, hizo que mi compañero y yo termináramos caminando por pura intuición al haber pasado el primer letrero que indica el camino desde el pueblo, totalmente perdidos hasta que un conductor nos rescató para llevarnos más arriba, justo a la entrada del camino por el que los locales se colan hasta las termas, puesto que la entrada general, donde cobran una tarifa (mínima) para pasar nos la habíamos pasado ya por culpa de un letrero mal hecho.

Si les sirve el dato les digo que es casi llegando a los Balcones de la Musui, van a ver a su mano izquierda una reja medio rota por donde se pueden colar y empezar a recorrer un camino que va literalmente bordeando el precipicio. Muy bonito, pero también muy cansador. Igual la tarifa de entrada a las termas es una tontería así que nada les cuesta pagar como la gente normal.

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Una parada para absorber esas vistas

En fin, por este pequeñísimo sendero “en dirección a la [antena] parabólica” como nos indicó el señor que nos recogió, seguimos caminando alrededor de una hora, cuando llegas a una zona de acampada que ya tengo reservada para mi próxima visita porque ¡Qué clase de vistas! Me imaginé completita despertando ahí muerta de frío con la neblina de la mañana cubriéndome la carpa y el amanecer asomándose entre los cerros.

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De ahí en adelante quedan alrededor de un kilómetro y medio de camino en terreno mucho más plano y amigable hasta que te sorprende la aparición de una piscina termal de película a 3200 metros sobre el nivel del mar. Aquí el recorrido ha terminado, ahora te puedes sacar la ropa y bañarte en esa agua tibia mientras miras hacia el Páramo. Me recordó a esas “infinity pools” de hoteles 5 estrellas que uno solo verá en posts clickbait tipo “Las 17 piscinas más espectaculares del mundo”, excepto que mil veces mejor, porque esta es gratis, está entre medio de la Cordillera de los Andes y es alimentada por agua pura de montaña, a temperatura perfecta durante todo el año.

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De Mérida me quedo con mucho, pero sobre todo con la paz de esos paisajes prístinos, el olor a aire verdaderamente limpio y el sabor a mora recién cosechada. Aunque me faltó tiempo, recorrer este Estado me dejó con la sensación de que, es aquí donde está el secreto de la felicidad: En una vida simple, rodeada de la más pura naturaleza y con nada más que la luz de las estrellas y el reflejo del fuego de chimenea en las ventanas para alumbrarte el camino.

*Detalle de gastos:

1 noche en la Posada Casa Sibana: US$3 p/persona en habitación cuádruple, US$4 en habitación doble.

1 desayuno andino (arepa, queso, huevos, jugo): US$ 0,30.

Cena para 1 en De La Capellanía Café: US$1,30.

Pasaje en bus de Maracaibo a Mérida: US$2.

Pasaje en bus de Mérida a La Musui: US$0,3.

Cabaña para 8 personas en La Musui: US$10 por noche (tlf: +58 414 7536446 / 274 8880132).

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