Saltando con delfines en las aguas de Mochima, Venezuela

Texto y fotos por: Ma. Virginia Parra.

DESTINO: Parque Nacional Mochima, Venezuela.

PRESUPUESTO: US$30.

DURACIÓN: 4 días.

Al llegar a Venezuela, luego de pasar por Maracaibo, el primer destino fue el Parque Nacional Mochima. Aprovechando la gasolina más barata del mundo y una familia tan viajera como yo, el trayecto se hizo en auto hasta la pequeña localidad de Playa Colorada, sin embargo, si te vas por transporte público llegas directo al terminal de Puerto La Cruz, una ciudad que en realidad no tiene nada de bonito (como la mayoría de las ciudades venezolanas), pero que está súper bien conectada con el circuito playero del oriente venezolano, teniendo ahí mismito no sólo el PN Mochima, sino también la Isla de Margarita (a la que se llega en ferry) y el resto de hermosas playas caribeñas que bordean los estados Anzoátegui y Sucre.

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Playa Colorada.

Después de un viaje de día y medio que incluyó una noche en Caracas y me permitió recordar lo indispensable que es un GPS cuando se quiere viajar en auto por Venezuela, llegamos a nuestro destino: Una agradable posada en el pueblito que rodea a la Playa Colorada, una de las más conocidas de la zona, entre las ciudades de Puerto La Cruz y Cumaná. La Posada Casablanca es atendida por sus dueños, una familia muy grande y agradable que vive del turismo, siendo que la mamá es quien atiende la Posada, el hermano el que nos llevó en un paseo por las islas de Mochima, el hijo el que atiende uno de los restaurantes en la playa y así sucesivamente.

Al lugar le doy 5 estrellas no por lo lujoso sino por lo lindo y bien atendido. Una posada sencilla con habitaciones dobles y hasta quíntuples (la que ocupamos, por un precio de US$23 la noche, con desayuno incluido), una bonita piscina y un modesto restaurant donde se sirven empanadas, arepas y el típico pescado frito con tajadas y ensalada todos los días, a petición de los huéspedes.

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Un mirador en Playa Colorada.

A 10 minutos caminando se encuentra la playa que le da nombre al lugar, la cual si bien es preciosa, sufre el mismo mal de muchas playas venezolanas con la falta de aseo e inseguridad a ciertas horas del día. Sin embargo, es agradable para darse un chapuzón por la tarde y si caminas más hacia el oriente te encuentras con áreas limpias donde echarse a una siesta. No recomiendo almorzar en el sitio puesto que es súper caro y la verdad, no tan rico. Mejor comprar unas empanadas recién freídas en alguno de los restaurantcitos que bordean la playa y llevárselas hasta las islas.

De esta playa salen los paseos en lancha a todo el circuito de islas de Mochima, y como esto es lo más importante, ya empiezo a hablarles al respecto.

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El Parque Nacional Mochima está compuesto por cientos de islas, cada una de ellas llenas de historias y misticismo. Son tantas, que ni siquiera los locales se las conocen por completo, pero si tienen suerte y les toca un guía como el nuestro, seguro que algunas de los mitos propios de la zona les contará, como la de la Cueva de la Virgen, una pequeña gruta llena de estatuillas donde los devotos van a dejar sus ofrendas a la Virgen del Valle y cuya leyenda cuenta que apareció en mitad de la noche para alumbrar el camino a un grupo de pescadores perdidos en mar abierto.

Por Bs. 12.000 (US$15) puedes contratar a un lanchero para que te pasee por el área, te deje en alguna de las playas para pasar el día y te recoja en la tarde para llevarte de vuelta a destino. Nuestro chófer, el amable señor Juan Carlos y sus hijos, nos acompañaron todo el camino hasta la Playa Las Maritas, rodeada de arrecifes de coral perfectos para hacer snorkel y para después llevarnos hasta la Playa Blanca, donde nos quedamos a disfrutar del sol, explorar sus cerros con vegetación árida de la zona y darnos un buen baño en esas aguas turquesa.

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La costa en Playa Blanca

Si tienen suerte como nosotros, al emprender el camino de regreso puede que se topen con delfines que salen a comer al atardecer. Nunca se me va a olvidar la increíble sensación de verlos nadando libres bajo nuestra lancha, atraídos por los silbidos del hijo de nuestro lanchero, un niño nacido y criado en la Isla de Arapo, tan local que hasta es capaz de hablarle a los delfines y llamarlos para que se acercaran a saludarnos. Es de verdad impresionante como espectáculos como este son cosas de todos los días en el Caribe venezolano, te pone a pensar seriamente en todas las posibilidades y todas las maneras que puede haber de sacarle provecho a este lugar, preservarlo, cuidarlo, amarlo y permitirle al resto del mundo conocer sus tesoros.

En esa lancha saltarina en medio del mar se me confirmó que, si le pusiéramos el amor necesario a la industria turística venezolana, no haría falta nunca más el seguir contaminando nuestros paisajes para explotar el petróleo y el gas nacional, que más mal que bien le han hecho al país en todos estos años. Admito que me dio una tristeza inmensa descubrir que, a pesar de ser una localidad tan visitada, muchos de los habitantes y proveedores de servicios de la zona aún no se han dado cuenta de lo que tienen al frente ni mucho menos cómo cuidarlo y procurar que el turista continúe regresando.

Aún así, Mochima es un lugar que solo se vuelve más bello gracias a la gente que en él te encuentras. Dentro de todo, sigue siendo la típica historia de la sonrisa amable y la risa fuerte, tan fuerte como las olas del mar cuando anda picado. La gente de estas islas nace y muere aquí mismo y es que ¿Por qué te irías a cualquier otro lugar del mundo si tienes esas aguas azules a tus pies? Al conversar con ellos te das cuenta que, por mucho que les falte, no sienten la ausencia de nada demasiado importante, no cuando tienen al Caribe como patio trasero y eso es lo que hay que mostrarle al mundo.

Espero que alguien al leer estas líneas se anime a cruzar esas fronteras, a lanzarse a la aventura de conocer un país tan hermoso y a tenernos algo de paciencia, porque aún somos nuevos en esto y necesitamos seguir aprendiendo a cuidarlo.

*DETALLE DE GASTOS:

Hospedaje Posada Casablanca: US$5 por noche, desayuno incluido.

1 almuerzo en la Posada Casablanca: US$1,50

1 almuerzo en la Playa Colorada: US$2,25

Paseo en lancha por las islas (Lancha privada para un grupo de 5 personas): US$15

Lancha hacia Playa Blanca: US$ 3,75 por pasajero

1 cerveza: US$ 0,37

1 empanada: US$ 0,18

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