Mi existencialismo choca con mi posicionamiento web

¿Qué palabras clave elegiría Simone de Beauvoir para su sitio web? ¿Cuántas búsquedas por mes tendrá “feminista existencialista amor librense”?

Cuando vas a armarte tu sitio en internet hay ciertas cosas a definir: ¿De qué se trata? ¿Hacia quién va dirigido? ¿Qué respuestas encontrará en él un posible usuario? Una lista de palabras clave utilizadas para determinar y describir aquello con lo que uno se encuentra cuando aprieta tu link.

Con esta necesidad humana de organizarlo todo en contenedores etiquetados el ejercicio de definir tus términos de búsqueda no se diferencia en esencia de la descripción que uno va creando de sí mismo a lo largo de la vida.

Así que después de mucho meditarlo, basándome puramente en el tipo de material que escribo y publico en este espacio, me decidí a partir del “Ensayos existencialistas de una vida en movimiento”.

Mas cuando toca elegir las palabras clave que tan importantes son para la buena posición en buscadores ese mismo existencialismo me complica la tarea.

Así que empiezo.

¿Quién soy?

Cuando me presento lo hago como escritora.

Siento que me he ganado ese privilegio desde el momento que tomé un lápiz y este se sintió perfectamente en casa acunado entre mis dedos, como si de repente hubiese recuperado un miembro perdido que no sabía que me estaba faltando.

Dado que es mi blog de escritos el que me tiene en esta tengo que definir mi trabajo. Ciertamente mis historias vienen, en mayoría, del contraste y la reflexión que me produce el mantener un constante cambio de entorno.

El movimiento. El viaje.

Nómada digital suena más o menos acorde. A Google le gusta y me lo lanza de primero entre los resultados.

De por sí parece que está de moda y sí, se me ajusta bien si considero que mi oficina la llevo en la mochila y está a solo unos cuantos clics de distancia. 

Pero a efectos de este post sigamos definiendo la lista.

Mis historias ¿son las de una inmigrante quizás? Mi perspectiva, ¿la de una expatriada, podría ser? Me pregunto si hay alguna diferencia real entre ambos términos en el diccionario o si la de clase social se la hemos ido agregando por costumbre, porque parece que entre inmigrante y expatriado la única diferencia es el escarnio público que se le da a uno y el prestigio que se le otorga al otro.

Mas como eso no es lo que me concierne, me voy de vuelta a los significados que para mí representan.

Inmigrante es alguien que migra, está claro, el que llega a un lugar para establecerse un rato o por siempre. Supongo que este me gusta más puesto que expatriada suena a que me hubieran arrancado algo.

Expatriada: Que me han quitado la patria.

Y ¿Qué es la patria? ¿Qué representa?

Para ser bien sincera a mí no me representa más que un conjunto de letras.

El hecho de sentir algún tipo de orgullo especial por el acto totalmente azaroso de haber nacido en un determinado lugar a poco lo que me da es risa. Sentido ciertamente no tiene ninguno.

“Venezolana en Chile”, se me ocurrió por ahí.

Demás que hay 20 canales de Youtube utilizando esa misma. Pero yo ¿Me identifico realmente como venezolana?

Sí, es la nacionalidad de mi pasaporte. Ciertamente rasgos en común tengo con el gentilicio general del país donde nací y crecí, donde mis primeras identidades personales y culturales se formaron, pero aun así, cuando lo pienso más allá de la nostalgia por el calor perenne, las cachapas y el patacón, no sé si alguna vez me sentí 100% venezolana.

Es que sí, hay una parte de mí que lo es, hay una raíz de mi identidad cultural que es parte esencial del árbol que conforma mi identidad: La que habla grita’o, jadea las “jotas” y sabe que las mejores playas del mundo están bordeando aquella costa, pero no sé si alguna de esas cosas las consideraría plenamente propias ¿Orgullo de la patria? ¿Características únicas e irrepetibles, otorgadas por el simple hecho de haber salido al mundo en Maracaibo y no Reikjavik?

Díganme ¿qué se requiere para ser considerado venezolano más que lo que dice un acta de nacimiento o unas leyes migratorias?

En fin, que venezolana soy por el pasaporte y algún que otro rasgo cultural, pero si nos vamos de vuelta a lo que digo yo bien adentro: Las nacionalidades son absolutamente arbitrarias. Las fronteras la misma vaina. Es todo totalmente irrelevante ante lo que significa el sentido y propósito de la vida misma y en cualquier caso ¿quién inventó esa weá?

¿Vió? Siete años en el sur y me siento casi tan chilena como me podría sentir venezolana.

Ahí te queda la muestra, que la identidad la construye tanto uno como el entorno.  

Que primero soy yo un ser humano consciente, pensante e independiente. Responsable. Existente. Antes que transformarme en aquello desde donde solo me limito a existir: “la esencia”, los roles y etiquetas que yo y mi entorno me han entregado.

Porque si hoy dejo de escribir para siempre ya nunca más seré escritora. Podría incluso negar que lo fui alguna vez y declararme bailarina, periodista, inmigrante o malabarista, si es que ahora mismo así lo decidiera.

Mi existencialismo choca con mi posicionamiento web, con mi nacionalidad y mis palabras claves porque ninguna de las etiquetas que me pongo a mí misma es ni definitiva ni certera y no existe para mí una naturaleza humana que determine mi individualidad, sino que, como bien lo explicara Sartre, son mis actos y el significado que le doy a mi vida lo que determina quién soy.

No un gentilicio ni una palabra en un documento legal, ningún rol asignado.

Soy yo porque soy libre y totalmente responsable de construirme, de crearme, de armarme y también de desarmarme.

De definirme y reconstruirme.

Y si nací en un lado perfectamente puedo sentirme más parte de otro.

Y si así lo vivo, tranquilamente puedo considerarme como de ninguna parte.

¿Qué dirá el Google Keyword Planner de eso?

ESCRIBE UN MENSAJE

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *