El real secreto para vivir de viaje

Si bien anteriormente expliqué en términos claros cómo la hago para vivir de viaje, el real secreto no está en un trabajo online sino en algo mucho más simple: La austeridad.

El dinero es un tema importante en la vida en general. Puede ser tanto una excusa, como un límite y una ayuda a la vez. En la vida bajo sistemas capitalistas nos hemos acostumbrado a verlo como una necesidad, algo que es necesario tener no sólo para vivir bien sino también para cumplir nuestros sueños y si bien esto puede ser muy cierto, no existe tal cosa como una verdad absoluta. 

La creencia popular afirma que para viajar – y más aún para vivir de viaje – se necesita tenerlo en abundancia. De hecho, en la lista de “razones por las cuales no puedo viajar” este ítem aparece casi siempre entre los primeros.

Mira a tu alrededor y observa en detalle todo lo que posees ¿Cuánto de ello es realmente necesario para tu sobrevivencia? ¿Cuánto para tu satisfacción emocional y personal? ¿Cuánto de todo eso que tienes ni siquiera ha sido usado hace meses? 

Recuerdo de vivir en Venezuela en un contexto de clase media alta el sentir siempre a mi alrededor una presión social por tener más: Más ropa, más zapatos, más cosas, más lujos. No era suficiente con tener un reloj, tenía que ser uno a la moda. Tampoco bastaba con tener un celular, tenía que ser el más caro y moderno. 

Recuerdo también tener unos once años y sentirme cohibida y avergonzada por no tener la ropa más linda ni la más cara. Al expresar mis preocupaciones en voz alta le siguió una larga conversación con mis papás, quienes se empeñaron en hacerme entender que en verdad nada de eso importaba y que si no me compraban la ropa más cara no era tanto porque no podían o no querían, sino simplemente porque consideraban que había cosas mejores en las cuales invertir el dinero, como ahorrarlo para poder darnos unas buenas vacaciones familiares – por ejemplo. 

De mis papás heredé el amor por los viajes y también, afortunadamente, la austeridad. Así como ellos lo hicieron mientras pudieron ahora yo también prefiero organizar mis prioridades y dejar de lado la ropa de marca, los restaurantes finos y la acumulación de cosas con tal de darme algo que realmente considero un lujo: El vivir viajando. Pues de poco sirve el trabajo online y los ahorros si no eres capaz de priorizar. 

Escribo estas líneas declarando entonces que en mi poder existen tan sólo unos tres pares de zapatos, los esenciales: sandalias para cuando hace calor, zapatillas para el uso diario y botas para cuando se pone a llover. Ciertamente no es lo que Vogue dice que debe ser pero sí es lo que más me conviene. 

Así, con tan solo dos de esos tres pares a cuestas escribo este post desde Marruecos, un país que recorro por primera vez no como dicen las guías turísticas y blogs de viajes que debo hacerlo – comiendo en tal terraza, relajándome en un Hammam y alojándome en tal Riad – sino como prefiero: Durmiendo en el hostal más barato o en casa de un Couchsurfer, alternando entre la comida que me preparo y los sándwich de sardina que hace un vendedor ambulante en el mercado, ahorrando mi dinero lo más que puedo con tal de alcanzar así también a recorrer lo más posible

En la ruta he conocido gente que viaja con aún menos que yo. Personas que se mueven solamente a dedo, durmiendo en donde caigan y comiendo lo que puedan. Sí, esto puede parecer extremo, pero a ellos les funciona puesto que descubrieron que viajar cuesta tanto como tú quieras invertir en ello.

Estoy segura que si pusiera aquí cuánto gano la mayoría se iría para atrás. Estoy segura también que ese sueldo es mucho menor que el de la mayoría de los que ven mis publicaciones y piensan que debo de ser una mantenida o una endeudada para poder vivir de viaje. Aún así, me alcanza para lo que considero conveniente e importante y en el proceso de vivir austeramente he descubierto que los únicos lujos que deseo son precisamente los que ya tengo: Recorrer el mundo, amar mucho, dormir hasta la hora que quiera y tener tiempo para sentarme cada día a ver un atardecer distinto. 

Y no es que haya nada de malo en tener dinero y objetos en abundancia, es simplemente que a cada quien lo que le conviene, pues somos todos libres – aunque no queramos creerlo – y lo más importante será siempre, simplemente, elegir desde lo profundo y lo real en vez desde el que dirán. 

 

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