Lo que no te cuentan de viajar por Marruecos

Marruecos es un país muy visitado por turistas, siendo esta una de sus principales industrias. Ciertamente el lugar tiene todo lo necesario para llamar la atención de unx viajerx: Desde la variedad de paisajes hasta la riqueza cultural y patrimonio histórico y artístico con el que cuenta, es, realmente, un destino que vale la pena. Este año tuve la fortuna de viajar por Marruecos y aunque hacerlo sola es una aventura, verdaderamente no aguanto las ganas de volver.

Sin embargo, sólo estando allí me percaté de todos los mitos y medias verdades que había internalizado en torno a este país. Por ello, quiero poner un poco de mi parte para generar mayor diversidad en las narrativas en torno al viajar por Marruecos. 

Parto aclarando que, al haber tenido no más que quince días de viaje, sólo quedé con más preguntas que respuestas, pero las observaciones que aquí relato van complementadas por mi propia curiosidad en torno al país y cada una de las geniales conversaciones que compartí con los muy interesantes y diversos marroquíes que tuve el placer de conocer en el camino. 

Mi ruta fue la siguiente: Marrakech, Essaouira, Sidi Kaouki, Fes y Chefchaouen. Dormí mayormente en hostales pero también usé Couchsurfing, me moví en bus o a pie y, si bien el árabe y el berber son los idiomas oficiales, encontrarás que son muchos los políglotas, siendo el francés, el inglés y el español los idiomas complementarios por preferencia.  

Chefchaouen, la ciudad azul, al atardecer.

La seguridad en Marruecos

Si nos vamos a las estadísticas Marruecos es un país seguro – más incluso que Argentina o Estados Unidos. Al ser el turista uno de los principales motores económicos, se pone especial atención en su protección, por lo que caminar por una Medina no pareciera distinguirse mucho de caminar por el centro de cualquier centro urbano en Europa o Latinoamérica. 

Aún así, el acoso de los vendedores a los turistas es fuerte y el de los hombres en general a las mujeres, también, así que prepárate a ser saludada y piropeada en todos los idiomas posibles.

En las grandes ciudades en particular las estafas son comunes, eso es cierto, mas quiero entregar un poco de contexto: Marruecos es un país bastante pobre, con el nivel de desigualdad social más alto de África del Norte según la OECD y un Estado monárquico al que las políticas sociales no parecen importarle mucho. Si a eso le agregas el alto flujo de turistas, es fácil entender por qué es tan común que intenten engañarte; además, según la experiencia que viví, confirmada también por varios amigos marroquíes, ocurre a veces que los favores no sean gratuitos sino que vengan a cambio de una propina. 

Este tema para mí fue complicado pues, acostumbrada a vivir y viajar en Sudamérica, el hecho de que alguien insistiera en ayudarme a encontrar un café con wifi y un taxi, para luego pedirme dinero a cambio, fue nada menos que chocante.

Cuídate en estos grandes centros urbanos del que te diga que ese camino está cerrado, que la ruta a tal sitio es por este otro lado o el que insista en ayudarte a encontrar cualquier cosa que estés buscando; un “No gracias” y el seguir caminando generalmente bastará.

La Medina en Essaouira. Medina es el nombre que se le da al centro histórico de cada ciudad.

El consumo de alcohol

Al ser un país musulmán está, en teoría, prohibido para los marroquíes comprar alcohol, pero así como te encuentras un supermercado Carrefour en las grandes ciudades también encuentras licores y bares que los vendan. En Essaouira, incluso, entré a una pequeña licorería justo a las afueras de la Medina, cuando mi host de Couchsurfing insistió en que nos lleváramos un vino a casa, y nadie tuvo ningún problema en que él lo comprara. 

Ah, porque no sólo consigues alcohol en Marruecos, sino que consigues alcohol hecho en Marruecos. Resulta que este es el principal país productor de vino en el mundo árabe y sus cervezas locales también son bastante sabrosas, así que aprovecha de probarlas. 

La burka es común, pero no obligatoria.

Conservador ¿o no?

Desde el punto de vista occidental sí, Marruecos es un país conservador. Pero dentro del mundo islámico este resulta siendo el más progresista, así que, efectivamente, hay de todo un poco. 

Aunque la homosexualidad, el aborto y el sexo antes del matrimonio son ilegales, con la llegada de la globalización la contracorriente no ha hecho sino crecer – demostrado por ejemplo por este tremendo manifiesto, publicado en septiembre de este año, en el que un grupo inicial de 490 personas se declaran “fuera de la ley” como modo de protesta. Hoy, este mismo grupo se encuentra en campaña para pedir a la cámara de representantes que despenalicen el amor y aunque el manifiesto inicial ya lleva más de 12 mil firmas, la lucha no acaba sino de comenzar. 

En las dos semanas que estuve en Marruecos no me tardé mucho en encontrarme con pueblitos hippies como Sidi Kaouki, donde los locales fuman hachís bien tranquilos antes de meterse a surfear, y me sentí en mi salsa al conocer un grupo de amigos ravers que pasan su invierno organizando fiestas gratis en el desierto, además de un par de aliadas feministas que, aún siendo musulmanas, se rehusan a cumplir con los códigos de vestimenta, eligiendo no usar el hijab o ponerse shorts a pesar de que algunos no estén de acuerdo. 

Pero no creas que mi experiencia es única, puesto que una simple pasada por el centro de Fez o Marrakech en la noche reveló un buen número de jóvenes, tanto hombres como mujeres, listos para ir a bailar y vestidos tal cual como los verías en cualquier otro lugar de occidente, mientras que mis amigos de Rabat y Casablanca estuvieron bien empeñados en sacarme los preconceptos de la cabeza porque, aunque las noticias quieran decir lo contrario, en Marruecos así como en todo el mundo hay mucha gente muy diversa, con muchas maneras de vivir su vida. 

No, no te van a tirar piedras por usar short.

Cosas de mujeres

Al ser un país islámico la mayoría de las mujeres visten ropas holgadas y hijab, por lo que, naturalmente, un vestido corto llamará la atención. Sin embargo, al estar acostumbrados al turismo, como visitante estás excusada en ciertos lugares si decides no seguir las normas, dado que se entiende como diferencia cultural.

Aún así, ten en cuenta que en las áreas rurales y no tan turísticas la historia puede ser distinta. Igualmente, no habrá manera de que entres a una mezquita si no estás bien cubierta y la cantidad de hombres que te hablarán por la calle, aunque inofensivos en su mayoría, será bastante más notoria que si usas ropas holgadas, con hombros, rodillas y pecho tapado. 

En cuanto al bikini, supongo que va un poco por la misma línea: Si bien en las playas donde estuve todas las turistas íbamos tranquilas en traje de baño, sí me pasó que en un paseo a Akchour, la locación de unas cascadas muy lindas cerca de Chefchaouen, al ser yo la única mujer ahí me sentí sumamente observada. Tanto así que no me sentí lo suficientemente cómoda para bañarme, a pesar de haber estado acompañada por un amigo local.

El comercio abunda en las Medinas, esta es la de Essaouira.

El regateo y los precios

Cada vez que leas algo sobre viajar en Marruecos dirán que el regateo al comprar es prácticamente obligatorio, y si bien es cierto que existe un precio inflado para el turista, quiero aprovechar la oportunidad para expresar un punto de vista nada popular: Por respeto a la realidad social del país, no lo hagas

10 dirhams (la moneda local) equivalen a 1 euro. Una habitación compartida en un hostal no cuesta más de 80 dirhams; un combo de falafel con papas fritas te cuesta 20 e, incluso en los restaurantes un poco más elaborados de la Medina de Marrakech, comes bien por menos de 100. Si vienes de un país con un mejor nivel económico encontrarás que el dinero te rinde bastante. 

Al viajar por Marruecos sólo basta un poco de observación para notar que los ingresos que representa el turismo no son equitativamente repartidos. Aquí, tanto la educación como la salud de calidad están sólo al acceso de quien puede pagarlos, por lo que la mayoría de las personas de a pie viven como pueden de su oficio, trabajos en el área de servicios o a lo más un pequeño negocio propio. Es decir, que cada vez que compras algo – menos en el Carrefour, obvio- muy seguramente tu dinero va a terminar en manos de la misma persona que te lo está vendiendo. 

Sí, los precios están inflados y, en su mayoría, dirigidos al turista europeo que tanto abunda. Sin embargo, pienso que es irresponsable de nuestra parte el pretender que como viajeros se nos trate en las mismas condiciones que los locales, cuando nosotros simplemente estamos de paso. No vivimos ahí, no sabemos lo que ello significa y no tenemos que lidiar con la realidad diaria de quienes sí. 

Además, aunque queramos creer que somos un aporte para la sociedad y la economía, cada vez queda más claro que el turismo tiende a hacer más mal que bien. Basta apartar la vista un rato de las lindas puertas con azulejos y todo aquello que tan exótico nos parece para darse cuenta de que la basura abunda incluso en aquellos sitios rodeados de naturaleza y nosotros, los viajeros, los turistas, tenemos mucho que ver en ello. 

Entonces, si vas a viajar por Marruecos, o mejor dicho, si vas a viajar en general, te invito no sólo a aprovechar la oportunidad al máximo, sino también a considerar las responsabilidades que conlleva tu privilegio. Si en realidad viajamos para abrir nuestra mente, debemos también estar abiertos a considerar las realidades de los lugares por los que nos movemos, las personas a las que conocemos en el camino y de qué manera nuestra presencia les afecta.

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