Paleta de Grises

– A veces las cosas más terribles tienen su propio atractivo ¿no crees?-  me preguntó mientras mirábamos hacia un atardecer casi rosado, casi anaranjado, casi sedoso y ciertamente indescriptible. – Es por la contaminación que se ve así de lindo – agregó.

Me pregunto de dónde saca tanta información. Anapedia, le llaman. Un apodo un tanto raro, pero ideal para alguien así de peculiar.

– ¿De dónde crees que vienen los colores? – le pregunté mientras seguía tratando de entender ese atardecer.

– ¿Cómo que de dónde vienen? Es el reflejo del sol sobre las nubes, creo que es bastante obvio – respondió incrédulamente, mientras apagaba su blanco cigarro en el asfalto grisáceo del estacionamiento.

– No estoy hablando del atardecer sino de los colores en general, de todos, ¿de dónde vienen? -me voltee para responderle. – Es fácil-  afirmó mirándome seriamente, sus cejas arqueadas y su respiración calmada, como si le hubiese hecho la pregunta más obvia del mundo.

– Ocurre que la luz se refleja sobre los cuerpos, creando una clase de ondas electromagnéticas absorbidas por nuestro cerebro a través de la vista, para luego transformarlo todo en colores. Claro, esto pasa sin que te des cuenta, como todo. Es automático – pausó por un segundo mientras recobraba el aliento.

– O algo así fue lo que leí la otra vez – agregó.

– ¿En verdad piensas que es así? ¿Tan técnico? – sentí la necesidad de preguntarle.

– Pues algo de cierto ha de tener ¿no? A ver ¿por qué? ¿tú qué piensas? – replicó con un aire altanero mientras se volteaba hacia mí, sus brazos cruzados en el pecho, su vestido azul turquesa agitado por el viento.

– Sabes como los seres vivos evolucionan ¿no? pues yo creo que tiene que ver con eso. Quizás no siempre fue así, quizás no siempre fuimos capaces de ver y diferenciar los colores – le dije.

Inmediatamente su expresión cambió a una llena de curiosidad e incredulidad. Podía ver cómo la duda se dibujaba en su ceño, esperando a saber cuál sería mi próximo conjunto de palabras.

– Te explico, quizás en algún momento, cuando nuestros antepasados primero aparecieron, ellos fueron capaces de ver al mundo como realmente es: un espacio coloreado con una paleta de grises, algo inmensamente triste, monótono y simplemente horrible. Al estar frente a tal desastre el ser humano se dio cuenta que no podía vivir así, por lo que nuestros cerebros fueron encontrando la manera de inventar los colores, por así decirlo. Fue una maniobra de supervivencia. Después de todo ¿qué sería de la vida sin los colores? Ciertamente vida no sería -.

– Nunca lo había pensado así – respondió ella al momento que encendía otro cigarrillo, mientras sus grandes ojos color ámbar me miraban fijamente, entrecerrándose poco a poco, seguramente pensando de dónde había sacado esa idea tan loca.

Ese es el problema con Anapedia, mucho conocimiento, poca imaginación.

Ese es el problema con nuestra sociedad, si me preguntan.

Quizás sea hora de empezar a evolucionar de nuevo.

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