Insomnio Invocado

– ¿Por qué no duermes?.

-Porque no tengo sueño.

– ¿Por qué bailas, si no hay música?.

– Porque la siento, ¿tú no?.

-¿Qué sientes?.

-La música, la siento en mi cuerpo, está en mi cerebro, está en el aire y en el cielo. Viene desde adentro.

-Es tarde.

-Al contrario, es temprano.

-Son las cuatro.

-¿Ves lo que te digo? Ni siquiera ha amanecido, es tempranísimo.

-Cállate, ya tengo sueño.

-¿Cómo puedes dormir, si hay tanto ruido?.

-Yo no escucho nada, sólo el zumbido del ventilador y un tuqueque en la ventana.

-No estás escuchando bien entonces. Duerme, aún es temprano, ya la noche va a morir y el día se asoma entre las nubes.

-No te burles de mí cuando te hablo.

-No sé de qué hablas.

-Si lo sabes, te burlas de mí, las cosas no son así.

– -Shhh duerme, ya son las cuatro.

Pensaba que si me recostaba a su lado podría dormir mejor, pero la música seguía retumbando en mi interior. No entiendo cómo no la escucha,  si yo la siento en todos lados. No entiendo cómo se duerme con tanto ruido flotando en el espacio.

Son sinfonías y melodías, el ritmo es inexplicable, todo lo siento en mi cuerpo, cada nota, es como si mi cerebro fuese un piano y un intérprete imaginario tocara cada una de sus teclas. Casi puedo ver los sonidos en mi cabeza. Tienen colores, vibran, se mueven, bailan, cambian de forma y retumban por todo mi interior. Si cierro los ojos los puedo ver saltar.

Eduardo no lo entiende y no lo va a entender jamás. Mi realidad no es como la de los demás y Eduardo es un ser básico, incapaz de comprenderla. Qué lástima porque cómo me gustaba…

Brindemos por empezar de nuevo.

Brindemos porque apenas son las cuatro, y sólo faltan dos horas para el amanecer.

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